martes, 10 de febrero de 2015

Tanta cara de boludo, te estás pareciendo a mí...♪

Yo soy un tipo tímido. Bah. No es que sea tímido, sino más bien, vergonzoso. Lo que pasa es que intento evitar los momentos de mierda.
Cuando digo momentos de mierda me refiero a esos momentos en los que te queda una cara de pelotudo más evidente que el asesinato de Nisman. Hay algunas situaciones de mierda que hacen que me ponga colorado como huevo recién rascado. Por ejemplo, cuando vas por la calle y saludas a alguien que pensás que te está saludando a vos y no es así. Ves que alguien te saluda, lo saludas, y de repente te das cuenta que ese alguien saludó a uno que estaba detrás de vos, y no a vos. Es así, te hacés el boludo y seguís caminando. Pero mientras te vas mirando para abajo, sabes que ese tal alguien (que pensabas que conocías) se está cagando de risa de vos. Se te puede ver la cara de pelotudo desde Google Earth.
Peor es cuando vas en la calle y ves a una mina que se le escapa una goma y no se da cuenta. ¿Cómo le decís que se le escapó la teta sin quedar como un baboso?¡Es imposible!! Si te diste cuenta de eso es porque le estabas mirando las tetas, ¡pillín!!. Lo único que te queda es la cara de baboso y, por ende, viene acompañada de la cara de pelotudo.



Algo horrible, pero muy horrible, es cuando te pregunta algo un desconocido, y uno solito se genera la obligación social de responderle rápido. No hay problema en hacer una pausa y responderle tranquilamente. Pero yo me pongo nervioso y empiezo a pensar y querer responder al mismo tiempo, porque tengo que brindar el dato rápido. Entonces, cuando algún desconocido me pregunta la hora o dónde está la calle Catamarca (?), lo único que logro es balbucear en un intento de respuesta lo más rápida posible. Lo único que piensa el interrogador es "justo le vengo a preguntar al más pelotudo del condado". Y sí, campeón, la mayoría somos así. Quedamos como unos boludos. Al igual que cuando mentimos y nos descubren. Porque todos sabemos que la mentira tiene patas cortas, pero no nos importa y nos arriesgamos a que nos enganchen.

- Mi amor, ¿cómo me queda este vestido?
- Divino, gorda, te queda divino...
- Seguro? ¿No me marca mucho este rollito??
*ahí es cuando tenés que jugar con fuego, sabés que sí le marca el rollito, pero recién le dijiste que le queda divino. Si cambiás de opinión preparate para afrontar el escándalo con la cara de boludo más grande de tu vida. Entonces respondés...*
- No mi amor, te queda divino! 
*pero en tu cara no pudiste disimular la mentira*
- Mentiroso hijo de puta, te odio, tontoculiado!
*se enoja*
*no coges por boludo*




Bueno, en fin, la moraleja es que no tenemos problemas con la timidez, ni con la vergüenza. Sino que, el verdadero problema es con los momentos de mierda en los que quedamos como los pelotudos más grandes del universo. Pelotudo de ida y vuelta hasta el infinito punto rojo. Porque eso es típico del tipo canchero que nos creemos ser, ese que se la sabe todas. No hay peor cosa que quedar como un boludo. Pero espero que me crean cuando les digo que siempre va a ser así. Vivimos en un país en el que todo el mundo piensa que uno es más boludo que otro.

(La mamá del que no comenta es mi novia)
Buen fly!
Rolando Garros.


No hay comentarios:

Publicar un comentario